A santiago le hubiera gustado muchísimo vivir en uno de esos templos camboyanos abandonados en donde pululan las serpientes y las aves de colores alucinantes. Le hubiera encantado vivir ahí, enredado entre la selva en un campamento austero pero bien equipado donde pudiera perderse por horas en sus investigaciones y fotografías. En cualquiera de esas partes remotísimas del mundo que sólo se leen en revistas de National Geographic y sólo se ven en sueños.
Le habría encantado ser herpetólogo y poder viajar por el mundo estudiando y fotografiando los reptiles más increíbles con su compañera de vida y viajes: Una Nikon D-3000 que se compró él solo a los 22 años con el dinero que ahorró trabajando de mesero en Londres.
Santiago habría amado viajar por el mundo cobrando cheques que las revistas académicas y de naturaleza depositaran en su cuenta. No tener raíces y moverse de un lugar a otro haciendo sólo lo que ama y tomando las fotos más hermosas de los lugares más increíbles.
Ahora, de no haber embarazado a Mariana a los 22 años de seguro Santiago estaría en pinche Timboctú, o Nueva Zelanda, o Bali o cualquiera de esos lugares que suenan tan remotos y paradisíacos que parecieran no estar en ningún mapa. En esos lugares donde las especies de reptiles son tantas y tan variadas que sus comportamientos aún no han sido rigurosamente estudiados y las selvas son tan espesas que la palabra impenetrable apenas las describe. Esos lugares a los que no soñarías entrar sin guías. Guías nativos quienes una vez ganada su confianza le habrían dado a masticar no sé que cosa a Santiago que habría hecho que los árboles respiraran con él y que los colores del agua le dijeran secretos insondables.
Es más, si Mariana tan sólo hubiera abortado o si él hubiera escuchado el mierdozo consejo que le dio el patán de su padre de huir hacia Estados Unidos y abandonar a Mariana... Total, si Michelle, su hija no hubiera nacido nunca... Si no hubiera tomado con esa pequeñísima mano el dedo índice de Santiago. Si no le hubiera aprisionado por siempre con ese mínimo gesto... Si no estuviera ahora y para siempre desde ese momento condenado a amarla...
La cámara de Santiago no estaría ahora arrumbada en alguno de los cajones debajo de su cama y él no trabajaría tomando videos de bodas con las mismas poses de siempre y la misma pinche música una y otra vez.
Si tan sólo no hubiera nunca conocido a Mariana, o si ella no se hubiera embarazado, o si Michelle no hubiera nacido o si ella no hubiera sido la causa de la muerte de su madre durante el parto... Si tan sólo nada de esto hubiera sucedido...
No estaría Santiago a las 4 y media de la mañana durmiendo a cuentos a la única persona a la que ha amado más que a Mariana. Preguntándose cómo es que puede odiar tanto a esta persona a quien ama más de lo que jamás pensó que podría ser posible.
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